Javier Cortés

Torero de raza, corazón y verdad

Javier Cortés, nacido en Getafe (Madrid) en 1989, es uno de esos toreros que representan el compromiso absoluto con la profesión. Su carrera, alejada del ruido mediático, está basada en la constancia, el clasicismo y una capacidad de sufrimiento que emociona.

Formado en la Escuela Taurina de Madrid, destacó desde sus comienzos por su concepto sobrio y su personalidad torera. Su alternativa llegó en un momento de madurez, después de forjarse como novillero en plazas de prestigio, y desde entonces ha sabido ganarse el respeto de la afición con actuaciones llenas de verdad.

Una carrera de lucha y superación

Javier Cortés tomó la alternativa en Madrid, en la plaza de Las Ventas, en 2011, con Morante de la Puebla como padrino y Cayetano como testigo. Un debut soñado que confirmaba una trayectoria limpia, sin atajos. Confirmó la alternativa también en Madrid en 2013, dando muestras de una gran capacidad frente a toros exigentes.

En 2019, su vida dio un giro tras una gravísima cogida en Las Ventas, que le provocó la pérdida de visión en un ojo. Lejos de abandonar, Javier decidió volver a vestirse de luces. Su reaparición, cargada de simbolismo, se convirtió en un canto a la voluntad y al amor por el toreo.

Estilo: clasicismo con alma

El toreo de Cortés es limpio, vertical y con un profundo respeto por las formas clásicas. Posee una notable técnica, pero lo que más impacta es su serenidad, su entrega total en cada muletazo y una manera muy íntima de expresar lo que siente.

No busca el aplauso fácil, sino conmover desde la verdad. Su valor es callado, sereno, sin alardes, lo que le ha granjeado la admiración de los aficionados más exigentes, especialmente en plazas como Madrid, donde ha firmado faenas de gran mérito.

Torero de fondo, con el corazón por delante

Javier Cortés es un torero que ha demostrado que el temple y el valor no siempre necesitan ruido para brillar. Su historia, marcada por la adversidad, lo ha convertido en un ejemplo de superación dentro y fuera del ruedo.

Cada tarde suya tiene un valor añadido: el de quien torea desde la autenticidad, con cicatrices visibles y una entrega absoluta. En tiempos de toreros mediáticos, Cortés representa la profundidad y el clasicismo con alma, ese toreo que no necesita explicación porque se siente.