Cayetano

Tradición, elegancia y compromiso

Cayetano Rivera Ordóñez, nacido en Madrid el 13 de enero de 1977, es uno de los toreros más mediáticos y carismáticos de la actualidad. Pero más allá de los focos y el apellido, su trayectoria es la de un hombre que eligió el toreo como forma de vida y lo ha defendido con entrega, verdad y orgullo.

Hijo del recordado Francisco Rivera “Paquirri” y de la duquesa de Montoro, Cayetano pertenece a la estirpe de los Ordóñez, una de las familias con más peso en la historia taurina de España. Su abuelo, Antonio Ordóñez, es un mito del toreo clásico. Esta herencia ha sido para él un compromiso, más que una carga, que ha sabido asumir con respeto y con su propio sello.

Una vocación tardía pero firme

Cayetano no empezó su carrera a una edad temprana como muchos toreros. Tras formarse en otras disciplinas y estudiar moda en Milán, su vocación taurina despertó en la madurez. Debutó con picadores en 2005 y tomó la alternativa el 9 de septiembre de 2006 en Ronda, en la tradicional Corrida Goyesca, de manos de su hermano Francisco Rivera Ordóñez y con Morante de la Puebla como testigo.

Confirmó la alternativa en Las Ventas el 5 de junio de 2008, con El Juli y Sebastián Castella en el cartel. Desde entonces, su carrera ha sido un recorrido ascendente, jalonado por tardes importantes y por un notable compromiso con su profesión.

Un estilo que mezcla arte y determinación

El concepto de Cayetano se apoya en la naturalidad, el empaque y la elegancia. Heredero del clasicismo de los Ordóñez, pero con un toque personal, ha construido un estilo en el que combina suavidad en los trazos con un fuerte carácter emocional.

Ha demostrado ser un torero que no se arruga ante la dificultad, que se entrega con sinceridad y que busca superarse en cada actuación. En plazas como Madrid, Sevilla, Valencia o Pamplona, ha dejado muestras de valor, estética y compromiso.

Más allá del apellido

Si bien el peso de su linaje es innegable, Cayetano ha querido siempre que se le juzgue por su toreo. Ha sido capaz de abrirse paso con luz propia, alejándose del personaje mediático para centrarse en su evolución artística. Su cercanía con el público y su sentido de la responsabilidad lo convierten en un torero querido y respetado.

A lo largo de los años, ha compaginado el toreo con otras actividades, pero su fidelidad a la profesión y su afán por dignificarla han permanecido intactos. Hoy en día, Cayetano continúa siendo un nombre imprescindible en los carteles de las grandes ferias, con un legado que honra y una carrera aún en plena vigencia.